lunes, 29 de febrero de 2016


 Dándole continuación a las teorías de las cuales venimos desarrollando con relación a este tema tenemos                                                         

TEORÍAS DEL CONTROL: Bajo esta denominación se agrupan una serie de modelos teóricos que explican el problema de la desviación criminal. Diciéndolo en otros términos: si todo individuo cuenta con el potencial necesario para violar las leyes y la sociedad le ofrece numerosas oportunidades para hacerlo, ¿por qué pues, muchos de ellos las obedecen? Para la teoría criminológica clásica, la respuesta se encuentra en el miedo al castigo. Por el contrario, los teóricos del control, acudiendo a un análisis sociológico, estiman que no es el miedo al castigo el factor fundamental en el momento de explicar el comportamiento del infractor ante una conducta prohibida, sino otros muchos vínculos de aquél con el orden social.
El individuo evita el delito “aseguran” porque es el primero en estar interesado en mantener un comportamiento conforme a las pautas y expectativas de la sociedad; porque tiene una razón actual, efectiva y lógica para obedecer las leyes de ésta: la comisión del delito le depararía más inconvenientes que ventajas. A diferencia de las teorías socioculturales, las del control social no circunscriben su examen al análisis de la conducta desviada de las bajas clases sociales, pues sus categorías fundamentales (debilitamiento o ausencia de los vínculos primarios que unen al individuo con la sociedad, fracaso de los grupos primarios, déficit en el proceso de internacionalización de las normas sociales, concepto negativo de uno mismo etc.) permiten un diagnóstico del comportamiento criminal válido para todos los estratos sociales. Entre las teorías del control, cabe destacar las formulaciones de Hirschi, Briar y Piliavin, Reckless, Reiss y Glaser.
 TEORÍA DEL ARRAIGO SOCIAL. Para la teoría del arraigo social, de Hirschi, todo individuo es un infractor potencial y sólo el miedo al daño irreparable que pudiera ocasionarle el delito en sus relaciones interpersonales (padres, amigos, vecinos, etc.) e institucionales (escuela, trabajo, etc.) le frena. La causa de la criminalidad, en consecuencia, no es otra que el debilitamiento en el joven de esos lazos o vínculos que le unen con la sociedad. Cuando el individuo carece del necesario arraigo social o del interés y sensibilidad hacia los demás, carece, también, del indispensable control disuasorio, encontrando expedito el camino del crimen, lo que puede suceder con independencia del estrato social al que pertenezca. Dicho arraigo o vinculación del individuo a la sociedad, depende, según Hirschi, de cuatro factores: el apego y consideración hacia las personas (especialmente hacia aquéllas que integran los grupos primarios); el grado de identificación y compromiso con los valores convencionales; la mayor o menor participación en actividades sociales; las propias creencias del individuo, pues el desarraigo, la experiencia de vivir en soledad Lic. Héctor Eduardo Berducido Mendoza. Universidad Mesoamericana y el vacío moral impiden el desarrollo de valores que actúan como freno decisivo de la conducta desviada.
TEORÍA DE LA CONFORMIDAD DIFERENCIAL: A juicio de Briar y Piliavin, existe un grado variable de compromiso y aceptación de los valores convencionales que se extiende desde el mero miedo al castigo hasta la representación de las consecuencias del delito en la propia imagen, en las relaciones interpersonales que se aprecian, en el estatus y actividades presentes y futuras. Lo que significa que, en situaciones equiparables, una persona con elevado grado de compromiso o conformidad hacia aquellos valores convencionales es menos probable que se involucre en comportamientos delictivos que otra con inferior nivel de conformidad. Y a la inversa.
 TEORÍA DE LA CONTENCIÓN: Para ésta teoría, propugnada por Reckless, la sociedad produce una serie de estímulos, de presiones, que impelen al individuo hacia la conducta desviada. Pero dichos impulsos son contrarrestados por ciertos mecanismos, internos o externos, de contención que le aíslan positivamente. Existen, según Reckless, una serie de impulsos internos, y de presiones e influencias externas, que actúan respecto al individuo como mecanismos de presión criminógena. Pero el individuo, según el autor, cuenta también con otros dispositivos internos y externos de contención: mecanismo interno, como la solidez de la personalidad individual, un buen auto concepto, “ego” acusado, alto grado de tolerancia a la frustración, metas y proyectos bien definidos, etc.; Y externos, procedentes de la coacción normativa que ejerce la sociedad y los diversos grupos sociales para controlar a sus miembros, promoviendo el indispensable sentimiento de pertenencia a la comunidad; y otros vínculos o mecanismos de contención del crimen especialmente importantes: consistente código moral, refuerzo de los valores, normas y objetivos convencionales, supervisión efectiva y disciplina, roles sociales plenos de sentido, etc. El comportamiento criminal se produce, a juicio de Reckless, cuando fallan, por debilidad o inexistencia, dichos mecanismos internos o externos de contención, que aíslan al individuo de las fuerzas criminógenas y permiten que neutralice las presiones, impulsos, o influencias criminógenas.
TEORÍA DEL CONTROL INTERNO. Ésta teoría se mantiene por Reiss, y tiene inequívocas conexiones con el Psicoanálisis y la cibernética. Para el autor, la delincuencia es el resultado de una Lic. Héctor Eduardo Berducido Mendoza. Universidad Mesoamericana relativa falta de normas y reglas internalizadas, de un desmoronamiento de controles erigidos con anterioridad y/o de un conflicto entre reglas y técnicas sociales. La desviación social se entiende como la consecuencia funcional de controles personales y sociales débiles 8fundamentalmente por el fracaso de los grupos primarios)
            TEORÍA DE LA ANTICIPACIÓN DIFERENCIAL. Según Glaser, la decisión de cometer o no cometer un delito se halla determinada por las consecuencias que el autor anticipa, por las expectativas que se derivan de su ejecución o no-ejecución. El individuo se inclinaría por el comportamiento criminal si de su comisión se derivan más ventajas que desventajas, considerando sus vínculos con el orden social, relacionen con otras personas y experiencias precedentes. Ahora bien, tales expectativas, a su vez, dependerían del mayor o menor contacto de cada individuo con los modelos delictivos, esto es, del aprendizaje o asociación diferencial. Las diversas teorías del control explican por qué el individuo se abstiene de cometer el delito, qué vínculos sociales o qué mecanismos le aíslan y protegen positivamente frente al comportamiento criminal; no explican, sin embargo, con la misma convicción el hecho positivo, esto es, por qué entonces hay personas que delinquen. Dejan, además, numerosas cuestiones sin respuesta. En efecto, la doctrina se pregunta si existen o no, y en su caso cuáles, las relaciones funcionales entre la medida del control social exterior e interior; Por qué de dos personas de una misma familia, crecidas en un mismo ambiente y con idéntica educación, una se inclina por el crimen mientras otra lo hace por la conducta conforme a derecho; por qué una de ellas desarrolla un concepto de sí misma relativamente favorable, mientras la otra adquiere un auto concepto desfavorable; por qué jóvenes sin apego a los valores convencionales se abstienen, sin embargo, de delinquir, o, por qué delinquen jóvenes con muy considerable grado de compromiso e identificación con los de dicho orden social. La teoría del control social no parece haber clarificado, en definitiva, cómo surgen o cómo se fortalecen o debilitan esos mecanismos de adhesión y compromiso con aquél; y qué es lo que determina el concepto de uno mismo.
 TEORÍAS DEL ETIQUETAMIENTO (Labelling approach) Hacia los años setenta cobra gran vigor una explicación interaccionista del hecho delictivo, que parte de los conceptos de conducta desviada y reacción social. Genuinamente norteamericana, surge con la modesta pretensión de aportar una explicación científica a los procesos de criminalización, a las carreras criminales y a la llamada desviación secundaria, adquiriendo, sin embargo, con el tiempo, el rango de un modelo teórico explicativo más del comportamiento criminal. Lic. Héctor Eduardo Berducido Mendoza. Universidad Mesoamericana Según esta perspectiva interaccionista, no puede comprenderse el crimen prescindiendo de la propia reacción social, del proceso social de definición o selección de ciertas personas y conductas etiquetadas como criminales. Delito y reacción social son términos interdependientes, recíprocos, inseparables. La desviación no es una cualidad intrínseca de la conducta, sino una cualidad atribuida a la misma a través de complejos procesos de interacción social, procesos altamente selectivos y discriminatorios. El “Labelling Approach”, o bien el etiquetamiento, en consecuencia, supera el paradigma etiológico tradicional, problematizando la propia definición de la criminalidad. Esta –se dice- no es como un trozo de hierro, como un objeto físico, sino el resultado de un proceso social de interacción (definición y selección): existe sólo en los presupuestos normativos y valorativos, siempre circunstanciales, de los miembros de una sociedad. No le interesan las causas de la desviación primaria, sino los procesos de criminalización y mantiene que, es el control social el que crea la criminalidad. Por ello, el interés de la investigación se desplaza desde el desviado y su medio hacia aquellos que le definen como desviado, analizándoles fundamentalmente los mecanismos y funcionamiento del control social o la génesis de la norma y no los déficit y carencias del individuo. Este no es sino la víctima de los procesos de definición y selección, de acuerdo con los postulados del denominado paradigma de control.

                                            Fuente : es.slideshare.net .

Berducio. H (2008).  Teorías del control recuperado de https://hectorberducido.files.wordpress.com/2008/05/teorias-del-control.pdf