Dándole continuación a las teorías de las cuales venimos desarrollando con relación a este tema tenemos
TEORÍAS DEL CONTROL:
Bajo esta denominación se agrupan una serie de modelos teóricos que explican el
problema de la desviación criminal. Diciéndolo en otros términos: si todo
individuo cuenta con el potencial necesario para violar las leyes y la sociedad
le ofrece numerosas oportunidades para hacerlo, ¿por qué pues, muchos de ellos
las obedecen? Para la teoría criminológica clásica, la respuesta se encuentra
en el miedo al castigo. Por el contrario, los teóricos del control, acudiendo a
un análisis sociológico, estiman que no es el miedo al castigo el factor
fundamental en el momento de explicar el comportamiento del infractor ante una
conducta prohibida, sino otros muchos vínculos de aquél con el orden social.
El individuo evita el delito “aseguran” porque es el
primero en estar interesado en mantener un comportamiento conforme a las pautas
y expectativas de la sociedad; porque tiene una razón actual, efectiva y lógica
para obedecer las leyes de ésta: la comisión del delito le depararía más
inconvenientes que ventajas. A diferencia de las teorías socioculturales, las
del control social no circunscriben su examen al análisis de la conducta
desviada de las bajas clases sociales, pues sus categorías fundamentales
(debilitamiento o ausencia de los vínculos primarios que unen al individuo con
la sociedad, fracaso de los grupos primarios, déficit en el proceso de
internacionalización de las normas sociales, concepto negativo de uno mismo
etc.) permiten un diagnóstico del comportamiento criminal válido para todos los
estratos sociales. Entre las teorías del control, cabe destacar las
formulaciones de Hirschi, Briar y Piliavin, Reckless, Reiss y Glaser.
TEORÍA DEL ARRAIGO SOCIAL. Para la
teoría del arraigo social, de Hirschi, todo individuo es un infractor potencial
y sólo el miedo al daño irreparable que pudiera ocasionarle el delito en sus
relaciones interpersonales (padres, amigos, vecinos, etc.) e institucionales
(escuela, trabajo, etc.) le frena. La causa de la criminalidad, en
consecuencia, no es otra que el debilitamiento en el joven de esos lazos o
vínculos que le unen con la sociedad. Cuando el individuo carece del necesario
arraigo social o del interés y sensibilidad hacia los demás, carece, también,
del indispensable control disuasorio, encontrando expedito el camino del
crimen, lo que puede suceder con independencia del estrato social al que
pertenezca. Dicho arraigo o vinculación del individuo a la sociedad, depende,
según Hirschi, de cuatro factores: el apego y consideración hacia las personas
(especialmente hacia aquéllas que integran los grupos primarios); el grado de
identificación y compromiso con los valores convencionales; la mayor o menor
participación en actividades sociales; las propias creencias del individuo,
pues el desarraigo, la experiencia de vivir en soledad Lic. Héctor Eduardo
Berducido Mendoza. Universidad Mesoamericana y el vacío moral impiden el
desarrollo de valores que actúan como freno decisivo de la conducta desviada.
TEORÍA DE LA
CONFORMIDAD DIFERENCIAL: A juicio de Briar y
Piliavin, existe un grado variable de compromiso y aceptación de los valores
convencionales que se extiende desde el mero miedo al castigo hasta la
representación de las consecuencias del delito en la propia imagen, en las
relaciones interpersonales que se aprecian, en el estatus y actividades
presentes y futuras. Lo que significa que, en situaciones equiparables, una
persona con elevado grado de compromiso o conformidad hacia aquellos valores
convencionales es menos probable que se involucre en comportamientos delictivos
que otra con inferior nivel de conformidad. Y a la inversa.
TEORÍA
DE LA CONTENCIÓN: Para ésta teoría, propugnada por Reckless, la sociedad
produce una serie de estímulos, de presiones, que impelen al individuo hacia la
conducta desviada. Pero dichos impulsos son contrarrestados por ciertos
mecanismos, internos o externos, de contención que le aíslan positivamente.
Existen, según Reckless, una serie de impulsos internos, y de presiones e
influencias externas, que actúan respecto al individuo como mecanismos de
presión criminógena. Pero el individuo, según el autor, cuenta también con
otros dispositivos internos y externos de contención: mecanismo interno, como
la solidez de la personalidad individual, un buen auto concepto, “ego” acusado,
alto grado de tolerancia a la frustración, metas y proyectos bien definidos,
etc.; Y externos, procedentes de la coacción normativa que ejerce la sociedad y
los diversos grupos sociales para controlar a sus miembros, promoviendo el
indispensable sentimiento de pertenencia a la comunidad; y otros vínculos o
mecanismos de contención del crimen especialmente importantes: consistente
código moral, refuerzo de los valores, normas y objetivos convencionales,
supervisión efectiva y disciplina, roles sociales plenos de sentido, etc. El
comportamiento criminal se produce, a juicio de Reckless, cuando fallan, por
debilidad o inexistencia, dichos mecanismos internos o externos de contención,
que aíslan al individuo de las fuerzas criminógenas y permiten que neutralice
las presiones, impulsos, o influencias criminógenas.
TEORÍA DEL CONTROL
INTERNO. Ésta teoría se mantiene por Reiss, y tiene
inequívocas conexiones con el Psicoanálisis y la cibernética. Para el autor, la
delincuencia es el resultado de una Lic. Héctor Eduardo Berducido Mendoza.
Universidad Mesoamericana relativa falta de normas y reglas internalizadas, de
un desmoronamiento de controles erigidos con anterioridad y/o de un conflicto
entre reglas y técnicas sociales. La desviación social se entiende como la
consecuencia funcional de controles personales y sociales débiles
8fundamentalmente por el fracaso de los grupos primarios)
TEORÍA DE LA ANTICIPACIÓN DIFERENCIAL.
Según Glaser, la decisión de cometer o no cometer un delito se halla
determinada por las consecuencias que el autor anticipa, por las expectativas
que se derivan de su ejecución o no-ejecución. El individuo se inclinaría por
el comportamiento criminal si de su comisión se derivan más ventajas que
desventajas, considerando sus vínculos con el orden social, relacionen con
otras personas y experiencias precedentes. Ahora bien, tales expectativas, a su
vez, dependerían del mayor o menor contacto de cada individuo con los modelos
delictivos, esto es, del aprendizaje o asociación diferencial. Las diversas
teorías del control explican por qué el individuo se abstiene de cometer el
delito, qué vínculos sociales o qué mecanismos le aíslan y protegen
positivamente frente al comportamiento criminal; no explican, sin embargo, con
la misma convicción el hecho positivo, esto es, por qué entonces hay personas
que delinquen. Dejan, además, numerosas cuestiones sin respuesta. En efecto, la
doctrina se pregunta si existen o no, y en su caso cuáles, las relaciones
funcionales entre la medida del control social exterior e interior; Por qué de
dos personas de una misma familia, crecidas en un mismo ambiente y con idéntica
educación, una se inclina por el crimen mientras otra lo hace por la conducta
conforme a derecho; por qué una de ellas desarrolla un concepto de sí misma
relativamente favorable, mientras la otra adquiere un auto concepto
desfavorable; por qué jóvenes sin apego a los valores convencionales se
abstienen, sin embargo, de delinquir, o, por qué delinquen jóvenes con muy
considerable grado de compromiso e identificación con los de dicho orden
social. La teoría del control social no parece haber clarificado, en
definitiva, cómo surgen o cómo se fortalecen o debilitan esos mecanismos de
adhesión y compromiso con aquél; y qué es lo que determina el concepto de uno
mismo.
TEORÍAS
DEL ETIQUETAMIENTO (Labelling approach) Hacia los años setenta cobra gran
vigor una explicación interaccionista del hecho delictivo, que parte de los
conceptos de conducta desviada y reacción social. Genuinamente norteamericana,
surge con la modesta pretensión de aportar una explicación científica a los
procesos de criminalización, a las carreras criminales y a la llamada
desviación secundaria, adquiriendo, sin embargo, con el tiempo, el rango de un
modelo teórico explicativo más del comportamiento criminal. Lic. Héctor Eduardo
Berducido Mendoza. Universidad Mesoamericana Según esta perspectiva
interaccionista, no puede comprenderse el crimen prescindiendo de la propia
reacción social, del proceso social de definición o selección de ciertas
personas y conductas etiquetadas como criminales. Delito y reacción social son
términos interdependientes, recíprocos, inseparables. La desviación no es una
cualidad intrínseca de la conducta, sino una cualidad atribuida a la misma a
través de complejos procesos de interacción social, procesos altamente
selectivos y discriminatorios. El “Labelling Approach”, o bien el
etiquetamiento, en consecuencia, supera el paradigma etiológico tradicional,
problematizando la propia definición de la criminalidad. Esta –se dice- no es
como un trozo de hierro, como un objeto físico, sino el resultado de un proceso
social de interacción (definición y selección): existe sólo en los presupuestos
normativos y valorativos, siempre circunstanciales, de los miembros de una
sociedad. No le interesan las causas de la desviación primaria, sino los
procesos de criminalización y mantiene que, es el control social el que crea la
criminalidad. Por ello, el interés de la investigación se desplaza desde el
desviado y su medio hacia aquellos que le definen como desviado, analizándoles
fundamentalmente los mecanismos y funcionamiento del control social o la
génesis de la norma y no los déficit y carencias del individuo. Este no es sino
la víctima de los procesos de definición y selección, de acuerdo con los
postulados del denominado paradigma de control.
Fuente : es.slideshare.net .
Berducio. H
(2008). Teorías del control recuperado
de https://hectorberducido.files.wordpress.com/2008/05/teorias-del-control.pdf
